Los últimos meses, la prensa nacional ha estado pendiente del proyecto de la reducción a 40 horas de la jornada de trabajo. Dicho proyecto pareciera estar enfocado exclusivamente en una mayor calidad de vida del trabajador, lo cual es beneficioso, por supuesto, pero no debemos obviar los impactos que su aplicación podría tener en el ecosistema productivo del país.
En las diversas empresas, clientes de SAWA Incentive Marketing, hemos observado que una de las causas para esta brecha, es que existe una enorme dispersión de productividad entre trabajadores con un mismo rol, especialmente en poblaciones laborales más grandes: sobre 500 personas. A nuestro juicio, una parte importante de estas diferencias tienen que ver con la actitud, esfuerzo y dedicación al trabajo que estas personas invierten, es decir, su motivación y compromiso. ¿Cómo reducir la diferencia entre los colaboradores con altos rendimientos y los de rendimientos medios que componen aproximadamente al 80% de la población laboral? La respuesta a esta interrogante pasa por la adopción de una de estas prácticas avanzadas de gestión: Incentive Marketing.
En países como Estados Unidos, iniciativas de Incentive Marketing son utilizadas por la gran mayoría de las empresas. Ya en 2015, 84% de las organizaciones de ese país utilizaban incentivos no monetarios, invirtiendo 90 mil millones de USD en 2015, es decir, aproximadamente 0,5% del PIB del país (Incentive Marketplace Estimate Research Study, 2016).
Los programas de Incentive Marketing son esfuerzos sistematizados que logran mejorar la productividad laboral al ayudar a alinear a una organización hacia los resultados que más aportan a la última línea, a partir de la motivación de las personas, lo que a su vez resulta entretenido y satisfactorio para los trabajadores.
Los refuerzos positivos sobre conductas deseables y resultados medibles, mediante incentivos no monetarios y reconocimientos de diversos tipos, junto a análisis iterativos de resultados y comunicación segmentada, personalizada y oportuna, son algunas de las prácticas que pueden adoptar en las compañías para que la satisfacción y calidad de vida de los colaboradores incida efectivamente en la productividad laboral. Es de esperar que estas prácticas avanzadas sean adquiridas progresivamente por las organizaciones chilenas para poder acortar la brecha que hoy tenemos con economías más desarrolladas.